Diego Simeone, el técnico-jugador

Pedro Basla (@pedrobasla)

Diego Simeone no es un técnico normal. Es un jugador sentado en el banco, vive los partidos con poca calma, lo define su intensidad, su capacidad de llegada a los jugadores, a quienes mejora día a día, pero también el discurso de que solo sirve ganar y no sirve de nada perder. Sin embargo, acá hay una contradicción, porque los equipos de Simeone han sufrido derrotas para transformarse en lo que fueron y en lo que son. En pocas palabras, el “Cholo” como entrenador es el reflejo del mediocampista temperamental que fue, y también es un técnico que ha tenido mucha capacidad de reponerse en los tropiezos.

Para entender al “Cholo”, y al “Cholismo”, que es casi una religión que lo tiene como a un dios, hay que revisar primero su trayectoria como jugador. Dos de los equipos en los que jugó marcaron a fuego su personalidad. En el Sevilla tuvo a Carlos Bilardo como entrenador, quien para él fue su padre futbolístico y con quien comparte la idea de que importa ganar, pero no importa cómo. En el Atlético Madrid se convirtió en ídolo de la hinchada por jugar “con el cuchillo entre los dientes”, como él lo definió. Su paso por el “Colchonero”, en cierto punto, permitió que hoy esté dirigiendo allí.

Un buen técnico convence a sus equipos y no hay dudas de que Simeone convence a los suyos, de ahí su frase “A morir, los míos mueren”. En su Estudiantes de 2006 eran Agustín Alayes y Mariano Pavone los que representaban un poco su concepto de que “en la vida hay que creer”, en el Atlético de Madrid de 2014 fueron Diego Costa y Diego Godín, y en el equipo que se consagró campeón de La Liga 2020/21 fueron Ángel Correa, Yannick Carrasco y Marcos Llorente. En todos ellos hay una gran influencia del “Cholo”, como en los planteles que ha dirigido en el equipo español, porque ha potenciado un número altísimo de jugadores, y mediante la venta de algunos de estos, ha podido equiparar el gasto con Real Madrid y Barcelona. El “Colchonero” para comprar caro necesita desprenderse de jugadores importantes, mientras que los dos equipos más importantes de España tienen un gran presupuesto sin la necesidad de vender a nadie.

El “Cholo” ganó su octavo título en el Atlético de Madrid y así lo festejó. (Foto: La Nación)

Sin embargo, hay una paradoja en el discurso de Simeone. Nadie gana siempre, pero una de las cosas que hace a un buen entrenador es la capacidad de reponerse ante las adversidades y las derrotas. El “Cholo” tiene mucho de esto, por eso es erróneo su discurso de “Del segundo no se acuerda nadie. Perder dos finales es un fracaso”. Hay derrotas que sirven, cuando un equipo pierde hay maneras de hacerlo. Si un equipo cae dejando todo, sirve y hay que trabajar sobre eso. A nadie se le hubiese ocurrido una Selección Argentina de básquet campeona olímpica en Atenas 2004 si antes no hubiese perdido la final del mundo contra Yugoslavia de una manera increíble.

Tampoco Simeone hubiera sido el técnico que es hoy si antes no lo hubieran vencido. Hubo una caída por penales ante el San Pablo campeón del mundo que forjó al Estudiantes que ganó el Apertura 2006, hubo un equipo que perdió dos finales de Champions para construir al Atlético Madrid que ganó la Europa League 2017/18 y que se mantuvo en la pelea de una liga que antes era de dos equipos, y también hubo otro equipo que quedó eliminado en la Champions League dolorosamente ante RB Leipzig, para que después exista el que ganó La Liga siendo puntero durante 25 fechas. Perder para recomponerse y ganar, eso hace a los grandes equipos. Roma no se construyó en un día, los equipos de Simeone tampoco.

Foto destacada: Infobae

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